En esta ocasión en la cancha 7, tal vez una de las más grandes y que mejores resultados le ha traído al equipo, porque favorece el buen juego dicen los que saben…
Lo que sí se sabía fehacientemente es que el equipo venía de algunos reveses que quisieron atentar contra las aspiraciones del ascenso.
Motivación sobraba, se diría que rebalsaba.
Un grupo de seguidoras se arrimó hacia el aeropuerto de la ciudad para recibir (y traer en andas) a uno de nuestros delanteros. El más sorpresivo, quizás. Más que nada porque si lo ven en el calentamiento previo se lo confunden con un mero malabarista trabajador de semáforos, al que nunca se le hubiese ocurrido tocar una pelota con los pies.
Con este retorno, opacado por otra gran vuelta. Sí, sí; el domingo volvió a desplegarse la bandera del buen fútbol señores. Nuevamente la administración tuvo que salir a buscar más semillas para re-sembrar el surco que deja el lateral derecho de Riboc. Sí, sí; volvió Frodo. Y en su vuelta no dejó nada librado al azar.
La suerte, dicen, es el pretexto de los perdedores.
La motivación siguió en el vestuario con cada jugador que se acercaba a cambiar. La euforia aumentaba.
En la ronda previa, delineando el equipo, la noticia de una próxima integrante de la familia Rodríguez Palmieri (la primera descendencia femenina de Riboc). Una novedad que invadió de ternura a todos. Ternura que muy pronto olvida Lito ni bien pisa el campo de juego…
La lluvia que obligó a suspender partidos había ablandado el terreno. A minutos de partido ya hacía sentir el rigor: cancha pesada y resbaladiza. Nuevamente el lateral derecho dando la nota. Su asistente se arrimó al costado de la cancha para realizar el cambio de botines (calzado diría Closs).
El partido estuvo disputado. La pelota se repartió mucho debido al poco pie que se podía hacer.
La marca parecía llegar tarde, pero llegaba. Hubo momentos de zozobra en que la categoría del arquero salió a relucir, un rápido cierre con una lenta caída y la pelota que es retenida entre él, Juan Liyo que se esforzaba por cerrar y el delantero contrario (me arriesgo a sospechar que debe haber recibido algo de regalo ¿no?).
El partido no tuvo la presencia e identidad que Riboc hubiese querido, pero lo rescatable fue que se pegó en el momento justo (firma Lito y Juan Liyo).
Ante el mal arbitraje hubo que apelar a las viejas mañas.
Se juntaron dos grandes de esto, dos personas que se conocen más íntimamente que en este momento Guirao Díaz-Martínez. Hablamos del Negro y nuestro golman (hombre gol), Javi. De un corner que a la postre parecía insignificante llegó la ventaja. El Negro enroscó la pelota que por dicho efecto (no reconocido por el árbitro) se le cayó al arquero y Javi (que sabía esto) no tuvo más que empujar la pelota para desatar la locura de un equipo golpeado pero no caído.
Preponderó el posicionamiento dentro de la cancha para acompañar el resultado y ampliar la ventaja sin descuidar el arco propio.
El entretiempo nos encontró jugando bien y con un rival que comenzaba a desesperarse (o desperezarse).
Tuvimos desbordes por los laterales y momentos en que tocamos bien, no brillamos, pero no valía la pena porque el día tampoco acompañaba. El segundo tiempo se dio como se esperaba. El equipo rival se adelantó en el terreno y sufrimos el desgaste de los continuos embates. A los 10’ dejó la cancha el tan afamado lateral para dar lugar a Nacho, que en rol polifuncional pasó a ocupar esa banda, marcando terreno, como es lógico en este aguerrido jugador.
Poco tiempo después, luego de una corrida magistral que lo dejó cerca del área rival, pero con la pelota en la punta opuesta, se retiró de la cancha Juan Liyo. Faltó la ovación simplemente porque hacía frío. Entró en su lugar Lito, que rápidamente reacomodó el equipo con Nacho de 6 y él por el lateral, nuevamente marcando terreno (que esperaban…). La pausa y el juego limpio llegaron con la entrada de Javi Espiñeira en reemplazo de Oscar. Enseguida buscó adueñarse de la pelota y adelantar el equipo.
Si se retrotraen a las primeras líneas recordarán que a uno de nuestros delanteros que volvía lo trajeron en andas desde Aeroparque, este tramo en andas le habría ocasionado el calambre en su pierna derecha, que lo acompañó durante todo el partido y lo obligó retirarse dando paso a la entrada de Juan Pomar.
Con tantos cambios me perdí el momento, quizás, más emotivo de la fecha.
En un centro marcado de ante mano por Javi, pelota nuevamente con rosca al segundo palo, Topo que en magistral salto se eleva y con la parte esa rara del peinado que tiene logra cabecear, el arquero dio rebote y el autodenominado "Joya de Choele" la empuja. Hubo algunos segundos, que parecieron eternos, donde se lo veía al autor del gol con cara desorientada, como no sabiendo para que lado correr. Y de repente, sin ningún tipo de aviso sale corriendo hacia la mitad de la cancha con un movimiento de brazos que en otros segmentos trataremos de dilucidar.
El equipo buscó tener la pelota en terreno rival, algo que no se logró, pero que se compensó con una marca firme.
Hago presencia en este acto a un gran compañero de buen fútbol, hombre habituado al gol, con el que jugar se remite a un simple acto de memoria, la persona que le dio uso a los guantes en los pies (espero que sepan a quien me refiero porque no lo voy a decir) que resignó su explosión en ataque para dedicarse a la marca.
Sale Javi y entra Mariano para dar lugar a otro partido, el que se jugó de la línea para afuera.
Juan metido en la cancha queriendo trabar con los rivales, pidiendo corners y Javi organizando los cambios: "sale la Joya por…, por nadie, la Joya por nadie."
Breve resumen de una fecha que coloca a Riboc nuevamente en los primeros planos.
Para despedirme dejo una frase: "La victoria no le pertenece al soldado, tampoco la derrota. Ambas son el resultado de la política de la nación."